viernes, 9 de septiembre de 2011

ACEPTARNOS.-

 ACEPTARNOS

    No aceptarnos tal cual somos, es algo que está a la orden del día, pues es muy raro encontrar personas que se aceptan y se quieren tal cual son.  La mayoría de las personas decimos ser, lo que quisiéramos, no, lo que realmente somos; es por eso que siempre lo mejor es lo nuestro y las mejores personas, somos nosotros mismos; es por eso que vivimos destutanando y destruyendo con nuestra lengua a los demás, pero hay de aquél que ose señalar algún error que poseyéremos, nunca lo perdonamos y más aún, nunca queremos a esas personas ni cerca de nosotros y eso en el más leve de los casos, porque habemos otros que hasta tomamos ciertas rencillas contra esas personas.

     Aceptar nuestros errores, ¡jamás!. Se pueden contar los humanos que aceptamos eso, ahora hay que tener mucha capacidad de razonamiento, amor y madurez para aceptar esas cosas y no todos gozamos de esos valores y mucho menos hoy, que se escasean tanto.  Y la pregunta que nunca falta: ¿por qué fulana/o, es así?
    Y mucho menos encontraremos respuestas en aquellos seres que fueron formados con una autoestima muy baja o, en exceso pasada de alta, ya que todos los excesos son dañinos.
    
     No somos ni mejores ni peores, somos lo que somos, y es ese ser que formado de tal o cual forma desde su niñez arrastrará sus altas y bajas en su personalidad, a menos que los valores afloren y la inteligencia ayude tomada de la mano del amor y en su madurez asuman sus roles de luchar por mejorar; aceptando nuestros errores y tratándolos de cambiar, pero si alguna vez aceptamos que lo tenemos, cosa primera que si no se consigue, jamás mejoraremos y mucho menos cambiaremos.-

     Por ejemplo nadie acepta: ser egoísta, envidioso, burlón, cínico, vividor, prepotente, arrogante, inhumano, desbordante de ambición, hipócrita, mentiroso o calumniador; son aspectos negativos de una personalidad que no aceptamos nunca y quizás por eso nunca logramos mejorar nuestras deficiencias en nuestra personalidad.

     Hay dos tipos de defectos, los defectos internos que se debaten en nuestro interior inducidos por la cotidianidad exterior, como sentirse: feos, rechazados, ignorados, no encajar en los patrones de la sociedad dejándonos ridiculizar y menos preciar, haciendo sentir al ser poca cosa o la gran cosa en excesos,  pero que sólo nos perjudican a nosotros mismos en nuestra personalidad y los defectos que entran del exterior por razones sociales: sufrimientos, fracasos, rechazos, maltratos, discriminaciones, injusticias, abusos, burlas, ser aislados, ignorados, desvalorizados, apoyos en excesos o ignorancia en exceso, construcciones de caracteres egoístas, envidiosos, agresivos u otros efectos que nos convierten en un ser peligroso capaz de cualquier daño físico o material.  El fin que entre unos y otros imaginemos qué tipo de ser estamos mandando a nuestra sociedad y si, a todo esto le sumamos las condiciones económicas de cada ser y los problemas familiares, qué humano estamos formando? ¡sólo Dios sabrá!.-

    Por eso es tan importante la visión que tenemos de la vida y ante esta, y de la vida con respecto a nosotros mismos y la pregunta sería : ¿hasta dónde un ser humano estaría en condiciones de luchar contra todo esto?, no es fácil; tal vez el buscar de Dios sería una forma de ayudarnos aceptando con humildad, o sencillamente aceptando alguna orientación psicológica de forma tal que nos ayude a continuar de la forma menos nociva posible.-

     Lo que sí es muy bien sabido es que las raíces están en la niñez y formación que debemos dar a nuestros hijos, pero que el trabajo es de todo los tiempos y de cada segundo que surge.

Aceptarnos y enmendarnos es tarea ardua que no todos libramos ni superamos, por lo que debemos estar prestos a buscar ayuda, pero ayuda que en verdad nos conduzca a mejores seres humanos.-

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